Día 232

13 La Historia Hasta Ahora

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2 de Cronicas 25

Amasías rey de Judá

2Cr 25:1

Amasías, rey de Judá

25:1-4—2R 14:1-6

25:11-12—2R 14:7

25:17-28—2R 14:8-20

Amasías tenía veinticinco años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén veintinueve años. Su madre era Joadán, oriunda de Jerusalén.

2Cr 25:2 Amasías hizo lo que agrada al SEÑOR, aunque no de todo corazón.

2Cr 25:3 Después de afianzarse en el poder, Amasías mató a los ministros que habían asesinado a su padre el rey.

2Cr 25:4 Sin embargo, según lo que ordenó el SEÑOR, no mató a los hijos de los asesinos, pues está escrito en el libro de la ley de Moisés: «A los padres no se les dará muerte por la culpa de sus hijos, ni a los hijos se les dará muerte por la culpa de sus padres, sino que cada uno morirá por su propio pecado.»[a]

Triunfos de Amasías

2Cr 25:5 Amasías reunió a los de Judá, y puso al frente de todo Judá y Benjamín jefes de mil y de cien soldados, agrupados según sus familias patriarcales. Censó a los hombres mayores de veinte años, y resultó que había trescientos mil hombres aptos para ir a la guerra y capaces de manejar la lanza y el escudo.

2Cr 25:6 Además, por la suma de tres mil trescientos kilos[b] de plata contrató a cien mil guerreros valientes de Israel.

2Cr 25:7 Pero un hombre de Dios fue a verlo y le dijo: —Su Majestad, no permita que el ejército de Israel vaya con usted, porque el SEÑOR no está con esos efraimitas.

2Cr 25:8 Si usted va con ellos, Dios lo derribará en la cara misma de sus enemigos aunque luche valerosamente, porque Dios tiene poder para ayudar y poder para derribar.

2Cr 25:9 Amasías le preguntó al hombre de Dios: —¿Qué va a pasar con los tres mil trescientos kilos de plata que pagué al ejército de Israel? —El SEÑOR puede darle a usted mucho más que eso —respondió.

2Cr 25:10 Entonces Amasías dio de baja a las tropas israelitas que habían llegado de Efraín, y las hizo regresar a su país. A raíz de eso, las tropas se enojaron mucho con Judá y regresaron furiosas a sus casas.

2Cr 25:11 Armándose de valor, Amasías guió al ejército hasta el valle de la Sal, donde mató a diez mil hombres de Seír.

2Cr 25:12 El ejército de Judá capturó vivos a otros diez mil. A éstos los hicieron subir a la cima de una roca, y desde allí los despeñaron. Todos murieron destrozados.

2Cr 25:13 Mientras esto sucedía, las tropas que Amasías había dado de baja se lanzaron contra las ciudades de Judá, y desde Samaria hasta Bet Jorón mataron a tres mil personas y se llevaron un enorme botín.

La idolatría de Amasías

2Cr 25:14 Cuando Amasías regresó de derrotar a los edomitas, se llevó consigo los dioses de los habitantes de Seír y los adoptó como sus dioses, adorándolos y quemándoles incienso.

2Cr 25:15 Por eso el SEÑOR se encendió en ira contra Amasías y le envió un profeta con este mensaje: —¿Por qué sigues a unos dioses que no pudieron librar de tus manos a su propio pueblo?

2Cr 25:16 El rey interrumpió al profeta y le replicó: —¿Y quién te ha nombrado consejero del rey? Si no quieres que te maten, ¡no sigas fastidiándome! El profeta se limitó a añadir: —Sólo sé que, por haber hecho esto y por no seguir mi consejo, Dios ha resuelto destruirte.

Israel derrota a Amasías

2Cr 25:17 Sin embargo, Amasías, rey de Judá, siguiendo el consejo de otros, envió mensajeros a Joás, hijo de Joacaz y nieto de Jehú, rey de Israel, con este reto: «¡Ven acá, para que nos enfrentemos!»

2Cr 25:18 Pero Joás, rey de Israel, le respondió a Amasías, rey de Judá: «El cardo del Líbano le mandó este mensaje al cedro: “¡Entrega a tu hija como esposa a mi hijo!” Pero luego pasaron por allí las fieras del Líbano, y aplastaron al cardo.

2Cr 25:19 Tú te jactas de haber derrotado a los edomitas; ¡el éxito se te ha subido a la cabeza! Está bien, jáctate si quieres, pero quédate en casa. ¿Para qué provocas una desgracia que significará tu perdición y la de Judá?»

2Cr 25:20 Como estaba en los planes de Dios entregar a Amasías en poder del enemigo por haber seguido a los dioses de Edom, Amasías no le hizo caso a Joás.

2Cr 25:21 Entonces Joás, rey de Israel, marchó a Bet Semes, que está en Judá, para enfrentarse con él.

2Cr 25:22 Los israelitas batieron a los de Judá, y éstos huyeron a sus hogares.

2Cr 25:23 En Bet Semes, Joás, rey de Israel, capturó a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás y nieto de Joacaz.[c] Luego fue a Jerusalén y derribó ciento ochenta metros[d] de la muralla, desde la puerta de Efraín hasta la puerta de la Esquina.

2Cr 25:24 Además, se apoderó de todo el oro, la plata y los utensilios que estaban en el templo de Dios bajo el cuidado de Obed Edom. También se llevó los tesoros del palacio real, tomó rehenes y regresó a Samaria.

2Cr 25:25 Amasías hijo de Joás, rey de Judá, sobrevivió quince años a Joás hijo de Joacaz, rey de Israel.

2Cr 25:26 Los demás acontecimientos del reinado de Amasías, desde el primero hasta el último, están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel.

2Cr 25:27 Desde el momento en que Amasías abandonó al SEÑOR, se tramó una conspiración contra él en Jerusalén. Entonces Amasías huyó a Laquis, pero lo persiguieron y allí lo mataron.

2Cr 25:28 Luego lo llevaron a caballo hasta la capital de Judá, donde fue sepultado con sus antepasados.

2 de Cronicas 26

Uzías rey de Judá

2Cr 26:1

Uzías, rey de Judá

26:1-4—2R 14:21-22; 15:1-3

26:21-23—2R 15:5-7

Todo el pueblo de Judá tomó entonces a Uzías, que tenía dieciséis años, y lo proclamó rey en lugar de su padre Amasías.

2Cr 26:2 Y fue Uzías quien, después de la muerte del rey Amasías, reconstruyó la ciudad de Elat y la reintegró a Judá.

2Cr 26:3 Uzías tenía dieciséis años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén cincuenta y dos años. Su madre era Jecolías, oriunda de Jerusalén.

2Cr 26:4 Uzías hizo lo que agrada al SEÑOR, pues en todo siguió el buen ejemplo de su padre Amasías

2Cr 26:5 y, mientras vivió Zacarías, quien lo instruyó en el temor de Dios, se empeñó en buscar al SEÑOR. Mientras Uzías buscó a Dios, Dios le dio prosperidad.

2Cr 26:6 Uzías marchó contra los filisteos, y destruyó los muros de Gat, Jabnia y Asdod. Además, construyó ciudades en la región de Asdod, entre los filisteos.

2Cr 26:7 Dios lo ayudó en su guerra contra los filisteos, contra los árabes que vivían en Gur Baal, y contra los meunitas.

2Cr 26:8 Los amonitas fueron tributarios de Uzías, y éste llegó a tener tanto poder que su fama se difundió hasta la frontera de Egipto.

2Cr 26:9 Uzías también construyó y fortificó torres en Jerusalén, sobre las puertas de la Esquina y del Valle, y en el ángulo del muro.

2Cr 26:10 Así mismo, construyó torres en el desierto y cavó un gran número de pozos, pues tenía mucho ganado en la llanura y en la meseta. Tenía también labradores y viñadores que trabajaban en las montañas y en los valles, pues era un amante de la agricultura.

2Cr 26:11 Uzías contaba con un ejército que salía a la guerra por escuadrones, de acuerdo con el censo hecho por el cronista Jeyel y por el oficial Maseías, bajo la dirección de Jananías, funcionario del rey.

2Cr 26:12 El total de los jefes de familia era de dos mil seiscientos, todos ellos guerreros valientes.

2Cr 26:13 Bajo el mando de éstos había un ejército bien entrenado, compuesto por trescientos siete mil quinientos soldados, que combatían con mucho valor para apoyar al rey en su lucha contra los enemigos.

2Cr 26:14 A ese ejército Uzías lo dotó de escudos, lanzas, cascos, corazas, arcos y hondas.

2Cr 26:15 Construyó en Jerusalén unas máquinas diseñadas por hombres ingeniosos, y las colocó en las torres y en las esquinas de la ciudad para disparar flechas y piedras de gran tamaño. Con la poderosa ayuda de Dios, Uzías llegó a ser muy poderoso y su fama se extendió hasta muy lejos.

Uzías castigado por su orgullo

2Cr 26:16 Sin embargo, cuando aumentó su poder, Uzías se volvió arrogante, lo cual lo llevó a la desgracia. Se rebeló contra el SEÑOR, Dios de sus antepasados, y se atrevió a entrar en el templo del SEÑOR para quemar incienso en el altar.

2Cr 26:17 Detrás de él entró el sumo sacerdote Azarías, junto con ochenta sacerdotes del SEÑOR, todos ellos hombres valientes,

2Cr 26:18 quienes se le enfrentaron y le dijeron: «No corresponde a Su Majestad quemar el incienso al SEÑOR. Ésta es función de los sacerdotes descendientes de Aarón, pues son ellos los que están consagrados para quemar el incienso. Salga usted ahora mismo del santuario, pues ha pecado, y así Dios el SEÑOR no va a honrarlo.»

2Cr 26:19 Esto enfureció a Uzías, quien tenía en la mano un incensario listo para ofrecer el incienso. Pero en ese mismo instante, allí en el templo del SEÑOR, junto al altar del incienso y delante de los sacerdotes, la frente se le cubrió de lepra.

2Cr 26:20 Al ver que Uzías estaba leproso, el sumo sacerdote Azarías y los demás sacerdotes lo expulsaron de allí a toda prisa. Es más, él mismo se apresuró a salir, pues el SEÑOR lo había castigado.

2Cr 26:21 El rey Uzías se quedó leproso hasta el día de su muerte. Tuvo que vivir aislado en su casa,[a] y le prohibieron entrar en el templo del SEÑOR. Su hijo Jotán quedó a cargo del palacio y del gobierno del país.

2Cr 26:22 Los demás acontecimientos del reinado de Uzías, desde el primero hasta el último, los escribió el profeta Isaías hijo de Amoz.

2Cr 26:23 Cuando Uzías murió, fue sepultado con sus antepasados en un campo cercano al panteón de los reyes, pues padecía de lepra. Y su hijo Jotán lo sucedió en el trono.

2 de Cronicas 27

Jotam rey de Judá

2Cr 27:1

Jotán, rey de Judá

27:1-4, 27—2R 15:33-38

Jotán tenía veinticinco años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén dieciséis años. Su madre era Jerusa hija de Sadoc.

2Cr 27:2 Jotán hizo lo que agrada al SEÑOR, pues en todo siguió el buen ejemplo de su padre Uzías, pero no iba al templo del SEÑOR. El pueblo, por su parte, continuó con sus prácticas corruptas.

2Cr 27:3 Jotán fue quien reconstruyó la puerta superior del templo del SEÑOR. Hizo también muchas obras en el muro de Ofel,

2Cr 27:4 construyó ciudades en las montañas de Judá, y fortalezas y torres en los bosques.

2Cr 27:5 Jotán le declaró la guerra al rey de los amonitas y lo venció. Durante tres años consecutivos, los amonitas tuvieron que pagarle un tributo anual de cien barras[a] de plata, diez mil cargas de trigo y diez mil cargas[b] de cebada.

2Cr 27:6 Jotán llegó a ser poderoso porque se propuso obedecer al SEÑOR su Dios.

2Cr 27:7 Los demás acontecimientos del reinado de Jotán, y sus guerras y su conducta, están escritos en el libro de los reyes de Israel y de Judá.

2Cr 27:8 Tenía Jotán veinticinco años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén dieciséis años.

2Cr 27:9 Cuando murió, fue sepultado en la Ciudad de David, y su hijo Acaz lo sucedió en el trono.

Salmo 77

Al Señor busqué en el día de mi angustia

Sal 77:1

Al director musical. Para Jedutún. Salmo de Asaf.

A Dios elevo mi voz suplicante; a Dios elevo mi voz para que me escuche.

Sal 77:2 Cuando estoy angustiado, recurro al Señor; sin cesar elevo mis manos por las noches, pero me niego a recibir consuelo.

Sal 77:3 Me acuerdo de Dios, y me lamento; medito en él, y desfallezco. Selah

Sal 77:4 No me dejas conciliar el sueño; tan turbado estoy que ni hablar puedo.

Sal 77:5 Me pongo a pensar en los tiempos de antaño; de los años ya idos

Sal 77:6 me acuerdo. Mi corazón reflexiona por las noches;[a] mi espíritu medita e inquiere:

Sal 77:7 «¿Nos rechazará el Señor para siempre? ¿No volverá a mostrarnos su buena voluntad?

Sal 77:8 ¿Se habrá agotado su gran amor eterno, y sus promesas por todas las generaciones?

Sal 77:9 ¿Se habrá olvidado Dios de sus bondades, y en su enojo ya no quiere tenernos compasión?» Selah

Sal 77:10 Y me pongo a pensar: «Esto es lo que me duele: que haya cambiado la diestra del Altísimo.»

Sal 77:11 Prefiero recordar las hazañas del SEÑOR, traer a la memoria sus milagros de antaño.

Sal 77:12 Meditaré en todas tus proezas; evocaré tus obras poderosas.

Sal 77:13 Santos, oh Dios, son tus caminos; ¿qué dios hay tan excelso como nuestro Dios?

Sal 77:14 Tú eres el Dios que realiza maravillas; el que despliega su poder entre los pueblos.

Sal 77:15 Con tu brazo poderoso redimiste a tu pueblo, a los descendientes de Jacob y de José. Selah

Sal 77:16 Las aguas te vieron, oh Dios, las aguas te vieron y se agitaron; el propio abismo se estremeció con violencia.

Sal 77:17 Derramaron su lluvia las nubes; retumbaron con estruendo los cielos; rasgaron el espacio tus centellas.

Sal 77:18 Tu estruendo retumbó en el torbellino y tus relámpagos iluminaron el mundo; la tierra se estremeció con temblores.

Sal 77:19 Te abriste camino en el mar; te hiciste paso entre las muchas aguas, y no se hallaron tus huellas.

Sal 77:20 Por medio de Moisés y de Aarón guiaste como un rebaño a tu pueblo.