Día 302

15 El Pueblo del Reino

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1 Corintios 3

Divisiones en la Iglesia

1Co 3:1

Sobre las divisiones en la iglesia

Yo, hermanos, no pude dirigirme a ustedes como a espirituales sino como a inmaduros,[a] apenas niños en Cristo.

1Co 3:2 Les di leche porque no podían asimilar alimento sólido, ni pueden todavía,

1Co 3:3 pues aún son inmaduros. Mientras haya entre ustedes celos y contiendas, ¿no serán inmaduros? ¿Acaso no se están comportando según criterios meramente humanos?

1Co 3:4 Cuando uno afirma: «Yo sigo a Pablo», y otro: «Yo sigo a Apolos», ¿no es porque están actuando con criterios humanos?[b]

1Co 3:5 Después de todo, ¿qué es Apolos? ¿Y qué es Pablo? Nada más que servidores por medio de los cuales ustedes llegaron a creer, según lo que el Señor le asignó a cada uno.

1Co 3:6 Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento.

1Co 3:7 Así que no cuenta ni el que siembra ni el que riega, sino sólo Dios, quien es el que hace crecer.

1Co 3:8 El que siembra y el que riega están al mismo nivel, aunque cada uno será recompensado según su propio trabajo.

1Co 3:9 En efecto, nosotros somos colaboradores al servicio de Dios; y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios.

1Co 3:10 Según la gracia que Dios me ha dado, yo, como maestro constructor, eché los cimientos, y otro construye sobre ellos. Pero cada uno tenga cuidado de cómo construye,

1Co 3:11 porque nadie puede poner un fundamento diferente del que ya está puesto, que es Jesucristo.

1Co 3:12 Si alguien construye sobre este fundamento, ya sea con oro, plata y piedras preciosas, o con madera, heno y paja,

1Co 3:13 su obra se mostrará tal cual es, pues el día del juicio la dejará al descubierto. El fuego la dará a conocer, y pondrá a prueba la calidad del trabajo de cada uno.

1Co 3:14 Si lo que alguien ha construido permanece, recibirá su recompensa,

1Co 3:15 pero si su obra es consumida por las llamas, él sufrirá pérdida. Será salvo, pero como quien pasa por el fuego.

1Co 3:16 ¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?

1Co 3:17 Si alguno destruye el templo de Dios, él mismo será destruido por Dios; porque el templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo.

1Co 3:18 Que nadie se engañe. Si alguno de ustedes se cree sabio según las normas de esta época, hágase ignorante para así llegar a ser sabio.

1Co 3:19 Porque a los ojos de Dios la sabiduría de este mundo es locura. Como está escrito: «Él atrapa a los sabios en su propia astucia»;[c]

1Co 3:20 y también dice: «El Señor conoce los pensamientos de los sabios y sabe que son absurdos.»[d]

1Co 3:21 Por lo tanto, ¡que nadie base su orgullo en el hombre! Al fin y al cabo, todo es de ustedes,

1Co 3:22 ya sea Pablo, o Apolos, o Cefas, o el universo, o la vida, o la muerte, o lo presente o lo por venir; todo es de ustedes,

1Co 3:23 y ustedes son de Cristo, y Cristo es de Dios.

1 Corintios 4

El ministerio de los apóstoles

1Co 4:1

Apóstoles de Cristo

Que todos nos consideren servidores de Cristo, encargados de administrar los misterios de Dios.

1Co 4:2 Ahora bien, a los que reciben un encargo se les exige que demuestren ser dignos de confianza.

1Co 4:3 Por mi parte, muy poco me preocupa que me juzguen ustedes o cualquier tribunal humano; es más, ni siquiera me juzgo a mí mismo.

1Co 4:4 Porque aunque la conciencia no me remuerde, no por eso quedo absuelto; el que me juzga es el Señor.

1Co 4:5 Por lo tanto, no juzguen nada antes de tiempo; esperen hasta que venga el Señor. Él sacará a la luz lo que está oculto en la oscuridad y pondrá al descubierto las intenciones de cada corazón. Entonces cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponda.

1Co 4:6 Hermanos, todo esto lo he aplicado a Apolos y a mí mismo para beneficio de ustedes, con el fin de que aprendan de nosotros aquello de «no ir más allá de lo que está escrito». Así ninguno de ustedes podrá engreírse de haber favorecido al uno en perjuicio del otro.

1Co 4:7 ¿Quién te distingue de los demás? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué presumes como si no te lo hubieran dado?

1Co 4:8 ¡Ya tienen todo lo que desean! ¡Ya se han enriquecido! ¡Han llegado a ser reyes, y eso sin nosotros! ¡Ojalá fueran de veras reyes para que también nosotros reináramos con ustedes!

1Co 4:9 Por lo que veo, a nosotros los apóstoles Dios nos ha hecho desfilar en el último lugar, como a los sentenciados a muerte. Hemos llegado a ser un espectáculo para todo el universo, tanto para los ángeles como para los hombres.

1Co 4:10 ¡Por causa de Cristo, nosotros somos los ignorantes; ustedes, en Cristo, son los inteligentes! ¡Los débiles somos nosotros; los fuertes son ustedes! ¡A ustedes se les estima; a nosotros se nos desprecia!

1Co 4:11 Hasta el momento pasamos hambre, tenemos sed, nos falta ropa, se nos maltrata, no tenemos dónde vivir.

1Co 4:12 Con estas manos nos matamos trabajando. Si nos maldicen, bendecimos; si nos persiguen, lo soportamos;

1Co 4:13 si nos calumnian, los tratamos con gentileza. Se nos considera la escoria de la tierra, la basura del mundo, y así hasta el día de hoy.

1Co 4:14 No les escribo esto para avergonzarlos sino para amonestarlos, como a hijos míos amados.

1Co 4:15 De hecho, aunque tuvieran ustedes miles de tutores en Cristo, padres sí que no tienen muchos, porque mediante el evangelio yo fui el padre que los engendró en Cristo Jesús.

1Co 4:16 Por tanto, les ruego que sigan mi ejemplo.

1Co 4:17 Con este propósito les envié a Timoteo, mi amado y fiel hijo en el Señor. Él les recordará mi manera de comportarme en Cristo Jesús, como enseño por todas partes y en todas las iglesias.

1Co 4:18 Ahora bien, algunos de ustedes se han vuelto presuntuosos, pensando que no iré a verlos.

1Co 4:19 Lo cierto es que, si Dios quiere, iré a visitarlos muy pronto, y ya veremos no sólo cómo hablan sino cuánto poder tienen esos presumidos.

1Co 4:20 Porque el reino de Dios no es cuestión de palabras sino de poder.

1Co 4:21 ¿Qué prefieren? ¿Que vaya a verlos con un látigo, o con amor y espíritu apacible?

Salmo 142

Tú eres mi refugio

Sal 142:1

Masquil de David. Cuando estaba en la cueva. Oración.

A voz en cuello, al SEÑOR le pido ayuda; a voz en cuello, al SEÑOR le pido compasión.

Sal 142:2 Ante él expongo mis quejas; ante él expreso mis angustias.

Sal 142:3 Cuando ya no me queda aliento, tú me muestras el camino.[a] Por la senda que transito algunos me han tendido una trampa.

Sal 142:4 Mira a mi derecha, y ve: nadie me tiende la mano. No tengo dónde refugiarme; por mí nadie se preocupa.

Sal 142:5 A ti, SEÑOR, te pido ayuda; a ti te digo: «Tú eres mi refugio, mi porción en la tierra de los vivientes.»

Sal 142:6 Atiende a mi clamor, porque me siento muy débil; líbrame de mis perseguidores, porque son más fuertes que yo.

Sal 142:7 Sácame de la prisión, para que alabe yo tu nombre. Los justos se reunirán en torno mío por la bondad que me has mostrado.