Día 134
Lee la Biblia: Jonás
Mira nuestro video de Lee la Biblia sobre el libro de Jonás, que analiza el diseño literario del libro y su flujo de pensamiento. El libro de Jonás es una historia subversiva sobre un profeta rebelde que desprecia a su Dios porque este ama a sus enemigos.
Jonás 1
Jonás huye de la presencia del Señor
Jon 1:1
Jonás desobedece al SEÑOR
La palabra del SEÑOR vino a Jonás hijo de Amitay:
Jon 1:2 «Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclama contra ella que su maldad ha llegado hasta mi presencia.»
Jon 1:3 Jonás se fue, pero en dirección a Tarsis, para huir del SEÑOR. Bajó a Jope, donde encontró un barco que zarpaba rumbo a Tarsis. Pagó su pasaje y se embarcó con los que iban a esa ciudad, huyendo así del SEÑOR.
Jon 1:4 Pero el SEÑOR lanzó sobre el mar un fuerte viento, y se desencadenó una tormenta tan violenta que el barco amenazaba con hacerse pedazos.
Jon 1:5 Los marineros, aterrados y a fin de aliviar la situación, comenzaron a clamar cada uno a su dios y a lanzar al mar lo que había en el barco. Jonás, en cambio, que había bajado al fondo de la nave para acostarse, ahora dormía profundamente.
Jon 1:6 El capitán del barco se le acercó y le dijo: —¿Cómo puedes estar durmiendo? ¡Levántate! ¡Clama a tu dios! Quizá se fije en nosotros, y no perezcamos.
Jonás arrojado al mar
Jon 1:7 Los marineros, por su parte, se dijeron unos a otros: —¡Vamos, echemos suertes para averiguar quién tiene la culpa de que nos haya venido este desastre! Así lo hicieron, y la suerte recayó en Jonás.
Jon 1:8 Entonces le preguntaron: —Dinos ahora, ¿quién tiene la culpa de que nos haya venido este desastre? ¿A qué te dedicas? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿A qué pueblo perteneces?
Jon 1:9 —Soy hebreo y temo al SEÑOR, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra firme —les respondió.
Jon 1:10 Al oír esto, los marineros se aterraron aún más, y como sabían que Jonás huía del SEÑOR, pues él mismo se lo había contado, le dijeron: —¡Qué es lo que has hecho!
Jon 1:11 Pero el mar se iba enfureciendo más y más, así que le preguntaron: —¿Qué vamos a hacer contigo para que el mar deje de azotarnos?
Jon 1:12 —Tómenme y láncenme al mar, y el mar dejará de azotarlos —les respondió—. Yo sé bien que por mi culpa se ha desatado sobre ustedes esta terrible tormenta.
Jon 1:13 Sin embargo, en un intento por regresar a tierra firme, los marineros se pusieron a remar con todas sus fuerzas; pero como el mar se enfurecía más y más contra ellos, no lo consiguieron.
Jon 1:14 Entonces clamaron al SEÑOR: «Oh SEÑOR, tú haces lo que quieres. No nos hagas perecer por quitarle la vida a este hombre, ni nos hagas responsables de la muerte de un inocente.»
Jon 1:15 Así que tomaron a Jonás y lo lanzaron al agua, y la furia del mar se aplacó.
Jon 1:16 Al ver esto, se apoderó de ellos un profundo temor al SEÑOR, a quien le ofrecieron un sacrificio y le hicieron votos.
Un gran pez se traga a Jonás
Jon 1:17 El SEÑOR, por su parte, dispuso un enorme pez para que se tragara a Jonás, quien pasó tres días y tres noches en su vientre.
Jonás 2
Oración de Jonás
Jon 2:1
Oración de Jonás
Entonces Jonás oró al SEÑOR su Dios desde el vientre del pez.
Jon 2:2 Dijo: «En mi angustia clamé al SEÑOR, y él me respondió. Desde las entrañas del sepulcro pedí auxilio, y tú escuchaste mi clamor.
Jon 2:3 A lo profundo me arrojaste, al corazón mismo de los mares; las corrientes me envolvían, todas tus ondas y tus olas pasaban sobre mí.
Jon 2:4 Y pensé: “He sido expulsado de tu presencia. ¿Cómo volveré a contemplar tu santo templo?”[a]
Jon 2:5 Las aguas me llegaban hasta el cuello, lo profundo del océano me envolvía; las algas se me enredaban en la cabeza,
Jon 2:6 arrastrándome a los cimientos de las montañas. Me tragó la tierra, y para siempre sus cerrojos se cerraron tras de mí. Pero tú, SEÑOR, Dios mío, me rescataste de la fosa.
Jon 2:7 »Al sentir que se me iba la vida, me acordé del SEÑOR, y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo templo.
Jon 2:8 »Los que siguen a ídolos vanos abandonan el amor de Dios.[b]
Jon 2:9 Yo, en cambio, te ofreceré sacrificios y cánticos de gratitud. Cumpliré las promesas que te hice. ¡La salvación viene del SEÑOR!»
Jon 2:10 Entonces el SEÑOR dio una orden y el pez vomitó a Jonás en tierra firme.
Jonás 3
Jonás va a Nínive
Jon 3:1
Jonás obedece al SEÑOR
La palabra del SEÑOR vino por segunda vez a Jonás:
Jon 3:2 «Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclámale el mensaje que te voy a dar.»
Jon 3:3 Jonás se fue hacia Nínive, conforme al mandato del SEÑOR. Ahora bien, Nínive era una ciudad grande y de mucha importancia.[a]
Jon 3:4 Jonás se fue internando en la ciudad, y la recorrió todo un día, mientras proclamaba: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!»
Jon 3:5 Y los ninivitas le creyeron a Dios, proclamaron ayuno y, desde el mayor hasta el menor, se vistieron de luto en señal de arrepentimiento.
Los ninivitas se arrepienten
Jon 3:6 Cuando el rey de Nínive se enteró del mensaje, se levantó de su trono, se quitó su manto real, hizo duelo y se cubrió de ceniza.
Jon 3:7 Luego mandó que se pregonara en Nínive: «Por decreto del rey y de su corte: »Ninguna persona o animal, ni ganado lanar o vacuno, probará alimento alguno, ni tampoco pastará ni beberá agua.
Jon 3:8 Al contrario, el rey ordena que toda persona, junto con sus animales, haga duelo y clame a Dios con todas sus fuerzas. Ordena así mismo que cada uno se convierta de su mal camino y de sus hechos violentos.
Jon 3:9 ¡Quién sabe! Tal vez Dios cambie de parecer, y aplaque el ardor de su ira, y no perezcamos.»
Jon 3:10 Al ver Dios lo que hicieron, es decir, que se habían convertido de su mal camino, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción que les había anunciado.
Jonás 4
La ira de Jonás y la compasión del Señor
Jon 4:1
Enojo de Jonás
Pero esto disgustó mucho a Jonás, y lo hizo enfurecerse.
Jon 4:2 Así que oró al SEÑOR de esta manera: —¡Oh SEÑOR! ¿No era esto lo que yo decía cuando todavía estaba en mi tierra? Por eso me anticipé a huir a Tarsis, pues bien sabía que tú eres un Dios bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, que cambias de parecer y no destruyes.
Jon 4:3 Así que ahora, SEÑOR, te suplico que me quites la vida. ¡Prefiero morir que seguir viviendo!
Jon 4:4 —¿Tienes razón de enfurecerte tanto? —le respondió el SEÑOR.
Jon 4:5 Jonás salió y acampó al este de la ciudad. Allí hizo una enramada y se sentó bajo su sombra para ver qué iba a suceder con la ciudad.
Jon 4:6 Para aliviarlo de su malestar, Dios el SEÑOR dispuso una planta,[a] la cual creció hasta cubrirle a Jonás la cabeza con su sombra. Jonás se alegró muchísimo por la planta.
Jon 4:7 Pero al amanecer del día siguiente Dios dispuso que un gusano la hiriera, y la planta se marchitó.
Jon 4:8 Al salir el sol, Dios dispuso un viento oriental abrasador. Además, el sol hería a Jonás en la cabeza, de modo que éste desfallecía. Con deseos de morirse, exclamó: «¡Prefiero morir que seguir viviendo!»
Jon 4:9 Pero Dios le dijo a Jonás: —¿Tienes razón de enfurecerte tanto por la planta? —¡Claro que la tengo! —le respondió—. ¡Me muero de rabia!
Jon 4:10 El SEÑOR le dijo: —Tú te compadeces de una planta que, sin ningún esfuerzo de tu parte, creció en una noche y en la otra pereció.
Jon 4:11 Y de Nínive, una gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no distinguen su derecha de su izquierda, y tanto ganado, ¿no habría yo de compadecerme?
Salmo 129
Mucho me han angustiado desde mi juventud
Sal 129:1
Cántico de los peregrinos.
Mucho me han angustiado desde mi juventud —que lo repita ahora Israel—,
Sal 129:2 mucho me han angustiado desde mi juventud, pero no han logrado vencerme.
Sal 129:3 Sobre la espalda me pasaron el arado, abriéndome en ella profundos[a] surcos.
Sal 129:4 Pero el SEÑOR, que es justo, me libró de las ataduras de los impíos.
Sal 129:5 Que retrocedan avergonzados todos los que odian a Sión.
Sal 129:6 Que sean como la hierba en el techo, que antes de crecer se marchita;
Sal 129:7 que no llena las manos del segador ni el regazo del que cosecha.
Sal 129:8 Que al pasar nadie les diga: «La bendición del SEÑOR sea con ustedes; los bendecimos en el nombre del SEÑOR.»