Día 22

03 El Éxodo de Egipto

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Éxodo 16

Pan del cielo

Éxo 16:1

El maná y las codornices

Toda la comunidad israelita partió de Elim y llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y el Sinaí. Esto ocurrió a los quince días del mes segundo, contados a partir de su salida de Egipto.

Éxo 16:2 Allí, en el desierto, toda la comunidad murmuró contra Moisés y Aarón:

Éxo 16:3 —¡Cómo quisiéramos que el SEÑOR nos hubiera quitado la vida en Egipto! —les decían los israelitas—. Allá nos sentábamos en torno a las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. ¡Ustedes han traído nuestra comunidad a este desierto para matarnos de hambre a todos!

Éxo 16:4 Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés: «Voy a hacer que les llueva pan del cielo. El pueblo deberá salir todos los días a recoger su ración diaria. Voy a ponerlos a prueba, para ver si cumplen o no mis instrucciones.

Éxo 16:5 El día sexto recogerán una doble porción, y todo esto lo dejarán preparado.»

Éxo 16:6 Moisés y Aarón les dijeron a todos los israelitas: —Esta tarde sabrán que fue el SEÑOR quien los sacó de Egipto,

Éxo 16:7 y mañana por la mañana verán la gloria del SEÑOR. Ya él sabe que ustedes andan murmurando contra él. Nosotros no somos nadie, para que ustedes murmuren contra nosotros.

Éxo 16:8 Y añadió Moisés: —Esta tarde el SEÑOR les dará a comer carne, y mañana los saciará de pan, pues ya los oyó murmurar contra él. Porque ¿quiénes somos nosotros? ¡Ustedes no están murmurando contra nosotros sino contra el SEÑOR!

Éxo 16:9 Luego se dirigió Moisés a Aarón: —Dile a toda la comunidad israelita que se acerque al SEÑOR, pues los ha oído murmurar contra él.

Éxo 16:10 Mientras Aarón hablaba con toda la comunidad israelita, volvieron la mirada hacia el desierto, y vieron que la gloria del SEÑOR se hacía presente en una nube.

Éxo 16:11 El SEÑOR habló con Moisés y le dijo:

Éxo 16:12 «Han llegado a mis oídos las murmuraciones de los israelitas. Diles que antes de que caiga la noche comerán carne, y que mañana por la mañana se hartarán de pan. Así sabrán que yo soy el SEÑOR su Dios.»

Éxo 16:13 Esa misma tarde el campamento se llenó de codornices, y por la mañana una capa de rocío rodeaba el campamento.

Éxo 16:14 Al desaparecer el rocío, sobre el desierto quedaron unos copos muy finos, semejantes a la escarcha que cae sobre la tierra.

Éxo 16:15 Como los israelitas no sabían lo que era, al verlo se preguntaban unos a otros: «¿Y esto qué es?» Moisés les respondió: —Es el pan que el SEÑOR les da para comer.

Éxo 16:16 Y éstas son las órdenes que el SEÑOR me ha dado: “Recoja cada uno de ustedes la cantidad que necesite para toda la familia, calculando dos litros[a] por persona.”

Éxo 16:17 Así lo hicieron los israelitas. Algunos recogieron mucho; otros recogieron poco.

Éxo 16:18 Pero cuando lo midieron por litros, ni al que recogió mucho le sobraba, ni al que recogió poco le faltaba: cada uno recogió la cantidad necesaria.

Éxo 16:19 Entonces Moisés les dijo: —Nadie debe guardar nada para el día siguiente.

Éxo 16:20 Hubo algunos que no le hicieron caso a Moisés y guardaron algo para el día siguiente, pero lo guardado se llenó de gusanos y comenzó a apestar. Entonces Moisés se enojó contra ellos.

Éxo 16:21 Todas las mañanas cada uno recogía la cantidad que necesitaba, porque se derretía en cuanto calentaba el sol.

Éxo 16:22 Pero el día sexto recogieron el doble, es decir, cuatro litros[b] por persona, así que los jefes de la comunidad fueron a informar de esto a Moisés.

Éxo 16:23 —Esto es lo que el SEÑOR ha ordenado —les contestó—. Mañana sábado es día de reposo consagrado al SEÑOR. Así que cuezan lo que tengan que cocer, y hiervan lo que tengan que hervir. Lo que sobre, apártenlo y guárdenlo para mañana.

Éxo 16:24 Los israelitas cumplieron las órdenes de Moisés y guardaron para el día siguiente lo que les sobró, ¡y no se pudrió ni se agusanó!

Éxo 16:25 —Cómanlo hoy sábado —les dijo Moisés—, que es el día de reposo consagrado al SEÑOR. Hoy no encontrarán nada en el campo.

Éxo 16:26 Deben recogerlo durante seis días, porque el día séptimo, que es sábado, no encontrarán nada.

Éxo 16:27 Algunos israelitas salieron a recogerlo el día séptimo, pero no encontraron nada,

Éxo 16:28 así que el SEÑOR le dijo a Moisés: «¿Hasta cuándo seguirán desobedeciendo mis leyes y mandamientos?

Éxo 16:29 Tomen en cuenta que yo, el SEÑOR, les he dado el sábado. Por eso en el día sexto les doy pan para dos días. El día séptimo nadie debe salir. Todos deben quedarse donde estén.»

Éxo 16:30 Fue así como los israelitas descansaron el día séptimo.

Éxo 16:31 Y llamaron al pan «maná».[c] Era blanco como la semilla de cilantro, y dulce como las tortas con miel.

Éxo 16:32 —Esto es lo que ha ordenado el SEÑOR—dijo Moisés—: “Tomen unos dos litros[d] de maná, y guárdenlos para que las generaciones futuras puedan ver el pan que yo les di a comer en el desierto, cuando los saqué de Egipto.”

Éxo 16:33 Luego Moisés le dijo a Aarón: —Toma una vasija y pon en ella unos dos litros de maná. Colócala después en la presencia del SEÑOR, a fin de conservarla para las generaciones futuras.

Éxo 16:34 Aarón puso el maná ante el arca del pacto, para que fuera conservado como se lo ordenó el SEÑOR a Moisés.

Éxo 16:35 Comieron los israelitas maná cuarenta años, hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán, que fue su país de residencia.

Éxo 16:36 La medida de dos litros, a la que llamaban gómer, era la décima parte de la medida a la que llamaban efa.[e]

Éxodo 17

Agua de la roca

Éxo 17:1

El agua de la roca

Toda la comunidad israelita partió del desierto de Sin por etapas, según lo había ordenado el SEÑOR. Acamparon en Refidín, pero no había allí agua para que bebieran,

Éxo 17:2 así que altercaron con Moisés. —Danos agua para beber —le exigieron. —¿Por qué pelean conmigo? —se defendió Moisés—. ¿Por qué provocan al SEÑOR?

Éxo 17:3 Pero los israelitas estaban sedientos, y murmuraron contra Moisés. —¿Para qué nos sacaste de Egipto? —reclamaban—. ¿Sólo para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado?

Éxo 17:4 Clamó entonces Moisés al SEÑOR, y le dijo: —¿Qué voy a hacer con este pueblo? ¡Sólo falta que me maten a pedradas!

Éxo 17:5 —Adelántate al pueblo —le aconsejó el SEÑOR—y llévate contigo a algunos ancianos de Israel, pero lleva también la vara con que golpeaste el Nilo. Ponte en marcha,

Éxo 17:6 que yo estaré esperándote junto a la roca que está en Horeb. Aséstale un golpe a la roca, y de ella brotará agua para que beba el pueblo. Así lo hizo Moisés, a la vista de los ancianos de Israel.

Éxo 17:7 Además, a ese lugar lo llamó Masá,[a] y también Meribá,[b] porque los israelitas habían altercado con él y provocado al SEÑOR al decir: «¿Está o no está el SEÑOR entre nosotros?»

Israel derrota a Amalec

Éxo 17:8

Derrota de los amalecitas

Los amalecitas vinieron a Refidín y atacaron a los israelitas.

Éxo 17:9 Entonces Moisés le ordenó a Josué: «Escoge algunos de nuestros hombres y sal a combatir a los amalecitas. Mañana yo estaré en la cima de la colina con la vara de Dios[c] en la mano.»

Éxo 17:10 Josué siguió las órdenes de Moisés y les presentó batalla a los amalecitas. Por su parte, Moisés, Aarón y Jur subieron a la cima de la colina.

Éxo 17:11 Mientras Moisés mantenía los brazos[d] en alto, la batalla se inclinaba en favor de los israelitas; pero cuando los bajaba, se inclinaba en favor de los amalecitas.

Éxo 17:12 Cuando a Moisés se le cansaron los brazos, tomaron una piedra y se la pusieron debajo para que se sentara en ella; luego Aarón y Jur le sostuvieron los brazos, uno el izquierdo y otro el derecho, y así Moisés pudo mantenerlos firmes hasta la puesta del sol.

Éxo 17:13 Fue así como Josué derrotó al ejército amalecita a filo de espada.

Éxo 17:14 Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés: «Pon esto por escrito en un rollo de cuero, para que se recuerde, y que lo oiga bien Josué: Yo borraré por completo, bajo el cielo, todo rastro de los amalecitas.»

Éxo 17:15 Moisés edificó un altar y lo llamó «El SEÑOR es mi estandarte».

Éxo 17:16 Y exclamó: «¡Echa mano al estandarte[e] del SEÑOR! ¡La guerra del SEÑOR contra Amalec será de generación en generación!»

Éxodo 18

El consejo de Jetro

Éxo 18:1

Jetro visita a Moisés

Todo lo que Dios había hecho por Moisés y por su pueblo Israel, y la manera como el SEÑOR había sacado a Israel de Egipto, llegó a oídos de Jetro, sacerdote de Madián y suegro de Moisés.

Éxo 18:2 Cuando Moisés despidió a Séfora, su esposa, Jetro la recibió a ella

Éxo 18:3 y a sus dos hijos. Uno de ellos se llamaba Guersón,[a] porque dijo Moisés: «Soy un extranjero en tierra extraña»;

Éxo 18:4 el otro se llamaba Eliezer,[b] porque dijo: «El Dios de mi padre me ayudó y me salvó de la espada del faraón.»

Éxo 18:5 Jetro fue al desierto para ver a Moisés, que estaba acampando junto a la montaña de Dios. Lo acompañaban la esposa y los hijos de Moisés.

Éxo 18:6 Jetro le había avisado: «Yo, tu suegro Jetro, voy a verte. Me acompañan tu esposa y tus dos hijos.»

Éxo 18:7 Moisés salió al encuentro de su suegro, se inclinó delante de él y lo besó. Luego de intercambiar saludos y desearse lo mejor, entraron en la tienda de campaña.

Éxo 18:8 Allí Moisés le contó a su suegro todo lo que el SEÑOR les había hecho al faraón y a los egipcios en favor de Israel, todas las dificultades con que se habían encontrado en el camino, y cómo el SEÑOR los había salvado.

Éxo 18:9 Jetro se alegró de saber que el SEÑOR había tratado bien a Israel y lo había rescatado del poder de los egipcios,

Éxo 18:10 y exclamó: «¡Alabado sea el SEÑOR, que los salvó a ustedes del poder de los egipcios! ¡Alabado sea el que salvó a los israelitas del poder opresor del faraón!

Éxo 18:11 Ahora sé que el SEÑOR es más grande que todos los dioses, por lo que hizo a quienes trataron a Israel con arrogancia.»

Éxo 18:12 Dicho esto, Jetro le presentó a Dios un holocausto y otros sacrificios, y Aarón y todos los ancianos de Israel se sentaron a comer con el suegro de Moisés en presencia de Dios.

Éxo 18:13 Al día siguiente, Moisés ocupó su lugar como juez del pueblo, y los israelitas estuvieron de pie ante Moisés desde la mañana hasta la noche.

Éxo 18:14 Cuando su suegro vio cómo procedía Moisés con el pueblo, le dijo: —¡Pero qué es lo que haces con esta gente! ¿Cómo es que sólo tú te sientas, mientras todo este pueblo se queda de pie ante ti desde la mañana hasta la noche?

Éxo 18:15 —Es que el pueblo viene a verme para consultar a Dios —le contestó Moisés—.

Éxo 18:16 Cuando tienen algún problema, me lo traen a mí para que yo dicte sentencia entre las dos partes. Además, les doy a conocer las leyes y las enseñanzas de Dios.

Éxo 18:17 —No está bien lo que estás haciendo —le respondió su suegro—,

Éxo 18:18 pues te cansas tú y se cansa la gente que te acompaña. La tarea es demasiado pesada para ti; no la puedes desempeñar tú solo.

Éxo 18:19 Oye bien el consejo que voy a darte, y que Dios te ayude. Tú debes representar al pueblo ante Dios y presentarle los problemas que ellos tienen.

Éxo 18:20 A ellos los debes instruir en las leyes y en las enseñanzas de Dios, y darles a conocer la conducta que deben llevar y las obligaciones que deben cumplir.

Éxo 18:21 Elige tú mismo entre el pueblo hombres capaces y temerosos de Dios, que amen la verdad y aborrezcan las ganancias mal habidas, y desígnalos jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez personas.

Éxo 18:22 Serán ellos los que funjan como jueces de tiempo completo, atendiendo los casos sencillos, y los casos difíciles te los traerán a ti. Eso te aligerará la carga, porque te ayudarán a llevarla.

Éxo 18:23 Si pones esto en práctica y Dios así te lo ordena, podrás aguantar; el pueblo, por su parte, se irá a casa satisfecho.

Éxo 18:24 Moisés atendió a la voz de su suegro y siguió sus sugerencias.

Éxo 18:25 Escogió entre todos los israelitas hombres capaces, y los puso al frente de los israelitas como jefes de mil, cien, cincuenta y diez personas.

Éxo 18:26 Estos jefes fungían como jueces de tiempo completo, atendiendo los casos sencillos pero remitiendo a Moisés los casos difíciles.

Éxo 18:27 Más tarde Moisés despidió a su suegro, quien volvió entonces a su país.

Salmo 22

¿Por qué me has desamparado?

Sal 22:1

Al director musical. Sígase la tonada de «La cierva de la aurora». Salmo de David.

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Lejos estás para salvarme, lejos de mis palabras de lamento

Sal 22:2 Dios mío, clamo de día y no me respondes; clamo de noche y no hallo reposo.

Sal 22:3 Pero tú eres santo, tú eres rey, ¡tú eres la alabanza de Israel!

Sal 22:4 En ti confiaron nuestros padres; confiaron, y tú los libraste;

Sal 22:5 a ti clamaron, y tú los salvaste; se apoyaron en ti, y no los defraudaste.

Sal 22:6 Pero yo, gusano soy y no hombre; la gente se burla de mí, el pueblo me desprecia

Sal 22:7 Cuantos me ven, se ríen de mí; lanzan insultos, meneando la cabeza:

Sal 22:8 «Éste confía en el SEÑOR, ¡pues que el SEÑOR lo ponga a salvo! Ya que en él se deleita, ¡que sea él quien lo libre!»

Sal 22:9 Pero tú me sacaste del vientre materno; me hiciste reposar confiado en el regazo de mi madre

Sal 22:10 Fui puesto a tu cuidado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre mi Dios eres tú

Sal 22:11 No te alejes de mí, porque la angustia está cerca y no hay nadie que me ayude.

Sal 22:12 Muchos toros me rodean; fuertes toros de Basán me cercan

Sal 22:13 Contra mí abren sus fauces leones que rugen y desgarran a su presa

Sal 22:14 Como agua he sido derramado; dislocados están todos mis huesos. Mi corazón se ha vuelto como cera, y se derrite en mis entrañas

Sal 22:15 Se ha secado mi vigor como una teja; la lengua se me pega al paladar. ¡Me has hundido en el polvo de la muerte!

Sal 22:16 Como perros de presa, me han rodeado; me ha cercado una banda de malvados; me han traspasado[a] las manos y los pies.

Sal 22:17 Puedo contar todos mis huesos; con satisfacción perversa la gente se detiene a mirarme

Sal 22:18 Se reparten entre ellos mis vestidos y sobre mi ropa echan suertes.

Sal 22:19 Pero tú, SEÑOR, no te alejes; fuerza mía, ven pronto en mi auxilio

Sal 22:20 Libra mi vida de la espada, mi preciosa vida del poder de esos perros

Sal 22:21 Rescátame de la boca de los leones; sálvame de[b] los cuernos de los toros.

Sal 22:22 Proclamaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré

Sal 22:23 ¡Alaben al SEÑOR los que le temen! ¡Hónrenlo, descendientes de Jacob! ¡Venérenlo, descendientes de Israel!

Sal 22:24 Porque él no desprecia ni tiene en poco el sufrimiento del pobre; no esconde de él su rostro, sino que lo escucha cuando a él clama.

Sal 22:25 Tú inspiras mi alabanza en la gran asamblea; ante los que te temen cumpliré mis promesas

Sal 22:26 Comerán los pobres y se saciarán; alabarán al SEÑOR quienes lo buscan; ¡que su corazón viva para siempre!

Sal 22:27 Se acordarán del SEÑOR y se volverán a él todos los confines de la tierra; ante él se postrarán todas las familias de las naciones,

Sal 22:28 porque del SEÑOR es el reino; él gobierna sobre las naciones.

Sal 22:29 Festejarán y adorarán todos los ricos de la tierra; ante él se postrarán todos los que bajan al polvo, los que no pueden conservar su vida

Sal 22:30 La posteridad le servirá; del Señor se hablará a las generaciones futuras

Sal 22:31 A un pueblo que aún no ha nacido se le dirá que Dios hizo justicia.