Día 140

09 La Sabiduría de Israel

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Lee la Biblia: Job

Mira nuestro video de Lee la Biblia sobre el libro de Job, que analiza el diseño literario del libro y su flujo de pensamiento. Job explora la difícil cuestión de la relación de Dios con el sufrimiento humano y nos invita a confiar en la sabiduría y en el carácter de Dios.

Job 1

Personalidad y riquezas de Job

Job 1:1

Prólogo

En la región de Uz había un hombre recto e intachable, que temía a Dios y vivía apartado del mal. Este hombre se llamaba Job.

Job 1:2 Tenía siete hijos y tres hijas;

Job 1:3 era dueño de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes y quinientas asnas, y su servidumbre era muy numerosa. Entre todos los habitantes del oriente era el personaje de mayor renombre.

Job 1:4 Sus hijos acostumbraban turnarse para celebrar banquetes en sus respectivas casas, e invitaban a sus tres hermanas a comer y beber con ellos.

Job 1:5 Una vez terminado el ciclo de los banquetes, Job se aseguraba de que sus hijos se purificaran. Muy de mañana ofrecía un holocausto por cada uno de ellos, pues pensaba: «Tal vez mis hijos hayan pecado y maldecido[a] en su corazón a Dios.» Para Job ésta era una costumbre cotidiana.

Satanás autorizado a poner a prueba a Job

Job 1:6

Primera prueba de Job

Llegó el día en que los ángeles[b] debían hacer acto de presencia ante el SEÑOR, y con ellos se presentó también Satanás.

Job 1:7 Y el SEÑOR le preguntó: —¿De dónde vienes? —Vengo de rondar la tierra, y de recorrerla de un extremo a otro —le respondió Satanás.

Job 1:8 —¿Te has puesto a pensar en mi siervo Job? —volvió a preguntarle el SEÑOR—. No hay en la tierra nadie como él; es un hombre recto e intachable, que me honra y vive apartado del mal.

Job 1:9 Satanás replicó: —¿Y acaso Job te honra sin recibir nada a cambio?

Job 1:10 ¿Acaso no están bajo tu protección él y su familia y todas sus posesiones? De tal modo has bendecido la obra de sus manos que sus rebaños y ganados llenan toda la tierra.

Job 1:11 Pero extiende la mano y quítale todo lo que posee, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara!

Job 1:12 —Muy bien —le contestó el SEÑOR—. Todas sus posesiones están en tus manos, con la condición de que a él no le pongas la mano encima. Dicho esto, Satanás se retiró de la presencia del SEÑOR.

Satanás toma las propiedades y los hijos de Job

Job 1:13 Llegó el día en que los hijos y las hijas de Job celebraban un banquete en casa de su hermano mayor.

Job 1:14 Entonces un mensajero llegó a decirle a Job: «Mientras los bueyes araban y los asnos pastaban por allí cerca,

Job 1:15 nos atacaron los sabeanos y se los llevaron. A los criados los mataron a filo de espada. ¡Sólo yo pude escapar, y ahora vengo a contárselo a usted!»

Job 1:16 No había terminado de hablar este mensajero cuando uno más llegó y dijo: «Del cielo cayó un rayo que calcinó a las ovejas y a los criados. ¡Sólo yo pude escapar para venir a contárselo!»

Job 1:17 No había terminado de hablar este mensajero cuando otro más llegó y dijo: «Unos salteadores caldeos vinieron y, dividiéndose en tres grupos, se apoderaron de los camellos y se los llevaron. A los criados los mataron a filo de espada. ¡Sólo yo pude escapar, y ahora vengo a contárselo!»

Job 1:18 No había terminado de hablar este mensajero cuando todavía otro llegó y dijo: «Los hijos y las hijas de usted estaban celebrando un banquete[c] en casa del mayor de todos ellos

Job 1:19 cuando, de pronto, un fuerte viento del desierto dio contra la casa y derribó sus cuatro esquinas. ¡Y la casa cayó sobre los jóvenes, y todos murieron! ¡Sólo yo pude escapar, y ahora vengo a contárselo!»

Job 1:20 Al llegar a este punto, Job se levantó, se rasgó las vestiduras, se rasuró la cabeza, y luego se dejó caer al suelo en actitud de adoración.

Job 1:21 Entonces dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir.[d] El SEÑOR ha dado; el SEÑOR ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del SEÑOR!»

Job 1:22 A pesar de todo esto, Job no pecó ni le echó la culpa a Dios.[e]

Job 2

Satanás enferma a Job

Job 2:1

Segunda prueba de Job

Llegó el día en que los ángeles[a] debían hacer acto de presencia ante el SEÑOR, y con ellos llegó también Satanás para presentarse ante el SEÑOR.

Job 2:2 Y el SEÑOR le preguntó: —¿De dónde vienes? —Vengo de rondar la tierra, y de recorrerla de un extremo a otro —le respondió Satanás.

Job 2:3 —¿Te has puesto a pensar en mi siervo Job? —volvió a preguntarle el SEÑOR—. No hay en la tierra nadie como él; es un hombre recto e intachable, que me honra y vive apartado del mal. Y aunque tú me incitaste contra él para arruinarlo sin motivo, ¡todavía mantiene firme su integridad!

Job 2:4 —¡Una cosa por la otra! —replicó Satanás—. Con tal de salvar la vida, el hombre da todo lo que tiene.

Job 2:5 Pero extiende la mano y hiérelo, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara!

Job 2:6 —Muy bien —dijo el SEÑOR a Satanás—, Job está en tus manos. Eso sí, respeta su vida.

Job 2:7 Dicho esto, Satanás se retiró de la presencia del SEÑOR para afligir a Job con dolorosas llagas desde la planta del pie hasta la coronilla.

Job 2:8 Y Job, sentado en medio de las cenizas, tomó un pedazo de teja para rascarse constantemente.

Job 2:9 Su esposa le reprochó: —¿Todavía mantienes firme tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete!

Job 2:10 Job le respondió: —Mujer, hablas como una necia. Si de Dios sabemos recibir lo bueno, ¿no sabremos también recibir lo malo? A pesar de todo esto, Job no pecó ni de palabra.

Los tres amigos

Job 2:11

Los tres amigos de Job

Tres amigos de Job se enteraron de todo el mal que le había sobrevenido, y de común acuerdo salieron de sus respectivos lugares para ir juntos a expresarle a Job sus condolencias y consuelo. Ellos eran Elifaz de Temán, Bildad de Súah, y Zofar de Namat.

Job 2:12 Desde cierta distancia alcanzaron a verlo, y casi no lo pudieron reconocer. Se echaron a llorar a voz en cuello, rasgándose las vestiduras y arrojándose polvo y ceniza sobre la cabeza,

Job 2:13 y durante siete días y siete noches se sentaron en el suelo para hacerle compañía. Ninguno de ellos se atrevía a decirle nada, pues veían cuán grande era su sufrimiento.

Job 3

Job lamenta haber nacido

Job 3:1

Primer discurso de Job

Después de esto, Job rompió el silencio para maldecir el día en que había nacido.

Job 3:2 Dijo así:

Job 3:3 «Que perezca el día en que fui concebido y la noche en que se anunció: “¡Ha nacido un niño!”

Job 3:4 Que ese día se vuelva oscuridad; que Dios en lo alto no lo tome en cuenta; que no brille en él ninguna luz.

Job 3:5 Que las tinieblas y las más pesadas sombras vuelvan a reclamarlo; Que una nube lo cubra con su sombra; que la oscuridad domine su esplendor.

Job 3:6 Que densas tinieblas caigan sobre esa noche; que no sea contada entre los días del año, ni registrada en ninguno de los meses.

Job 3:7 Que permanezca estéril esa noche; que no haya en ella gritos de alegría.

Job 3:8 Que maldigan ese día los que profieren maldiciones, los expertos en provocar a Leviatán.

Job 3:9 Que se oscurezcan sus estrellas matutinas; que en vano esperen la luz del día, y que no vean los primeros rayos de la aurora.

Job 3:10 Pues no cerró el vientre de mi madre ni evitó que mis ojos vieran tanta miseria.

Job 3:11 »¿Por qué no perecí al momento de nacer? ¿Por qué no morí cuando salí del vientre?

Job 3:12 ¿Por qué hubo rodillas que me recibieran, y pechos que me amamantaran?

Job 3:13 Ahora estaría yo descansando en paz; estaría durmiendo tranquilo

Job 3:14 entre reyes y consejeros de este mundo, que se construyeron monumentos hoy en ruinas;

Job 3:15 entre gobernantes que poseyeron mucho oro y que llenaron de plata sus mansiones.

Job 3:16 ¿Por qué no me enterraron como a un abortivo, como a esos niños que jamás vieron la luz?

Job 3:17 ¡Allí cesa el afán de los malvados! ¡Allí descansan las víctimas de la opresión!

Job 3:18 También los cautivos disfrutan del reposo, pues ya no escuchan los gritos del capataz.

Job 3:19 Allí el pequeño se codea con el grande, y el esclavo se libera de su amo.

Job 3:20 »¿Por qué permite Dios que los sufridos vean la luz? ¿Por qué se les da vida a los amargados?

Job 3:21 Anhelan éstos una muerte que no llega, aunque la buscan más que a tesoro escondido;

Job 3:22 ¡se llenarían de gran regocijo, se alegrarían si llegaran al sepulcro!

Job 3:23 ¿Por qué arrincona Dios al hombre que desconoce su destino?

Job 3:24 Antes que el pan, me llegan los suspiros; mis gemidos se derraman como el agua.

Job 3:25 Lo que más temía, me sobrevino; lo que más me asustaba, me sucedió.

Job 3:26 No encuentro paz ni sosiego; no hallo reposo, sino sólo agitación.»

Salmo 135

"Oh Jehová, eterno es tu nombre"

Sal 135:1

¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR! ¡Alaben el nombre del SEÑOR! ¡Siervos del SEÑOR, alábenlo!

Sal 135:2 Ustedes, que permanecen en la casa del SEÑOR, en los atrios de la casa del Dios nuestro.

Sal 135:3 Alaben al SEÑOR, porque el SEÑOR es bueno; canten salmos a su nombre, porque eso es agradable.

Sal 135:4 El SEÑOR escogió a Jacob como su propiedad, a Israel como su posesión.

Sal 135:5 Yo sé que el SEÑOR, nuestro Soberano, es más grande que todos los dioses.

Sal 135:6 El SEÑOR hace todo lo que quiere en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos sus abismos.

Sal 135:7 Levanta las nubes desde los confines de la tierra; envía relámpagos con la lluvia y saca de sus depósitos a los vientos.

Sal 135:8 A los primogénitos de Egipto hirió de muerte, tanto a hombres como a animales.

Sal 135:9 En tu corazón mismo, oh Egipto, Dios envió señales y maravillas contra el faraón y todos sus siervos.

Sal 135:10 A muchas naciones las hirió de muerte; a reyes poderosos les quitó la vida:

Sal 135:11 a Sijón, el rey amorreo; a Og, el rey de Basán, y a todos los reyes de Canaán.

Sal 135:12 Entregó sus tierras como herencia, ¡como herencia para su pueblo Israel!

Sal 135:13 Tu nombre, SEÑOR, es eterno; tu renombre, por todas las generaciones.

Sal 135:14 Ciertamente el SEÑOR juzgará a su pueblo, y de sus siervos tendrá compasión.

Sal 135:15 Los ídolos de los paganos son de oro y plata, producto de manos humanas.

Sal 135:16 Tienen boca, pero no pueden hablar; ojos, pero no pueden ver;

Sal 135:17 tienen oídos, pero no pueden oír; ¡ni siquiera hay aliento en su boca!

Sal 135:18 Semejantes a ellos son sus hacedores y todos los que confían en ellos.

Sal 135:19 Pueblo de Israel, bendice al SEÑOR; descendientes de Aarón, bendigan al SEÑOR;

Sal 135:20 descendientes de Leví, bendigan al SEÑOR; los que temen al SEÑOR, bendíganlo.

Sal 135:21 Desde Sión sea bendito el SEÑOR, el que habita en Jerusalén. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR!