Día 280
14 Jesús & el Reino
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Espíritu Santo
En este video, exploramos el significado original del concepto bíblico de "espíritu" y lo que significa que el Espíritu de Dios está presente personalmente en toda la creación. Fundamentalmente, el Espíritu fue revelado a través de Jesús y enviado a las vidas de sus seguidores para producir la nueva creación.
Hechos 3
Sanan a un mendigo cojo
Hch 3:1
Pedro sana a un mendigo lisiado
Un día subían Pedro y Juan al templo a las tres de la tarde,[a] que es la hora de la oración.
Hch 3:2 Junto a la puerta llamada Hermosa había un hombre lisiado de nacimiento, al que todos los días dejaban allí para que pidiera limosna a los que entraban en el templo.
Hch 3:3 Cuando éste vio que Pedro y Juan estaban por entrar, les pidió limosna.
Hch 3:4 Pedro, con Juan, mirándolo fijamente, le dijo: —¡Míranos!
Hch 3:5 El hombre fijó en ellos la mirada, esperando recibir algo.
Hch 3:6 —No tengo plata ni oro —declaró Pedro—, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!
Hch 3:7 Y tomándolo por la mano derecha, lo levantó. Al instante los pies y los tobillos del hombre cobraron fuerza.
Hch 3:8 De un salto se puso en pie y comenzó a caminar. Luego entró con ellos en el templo con sus propios pies, saltando y alabando a Dios.
Hch 3:9 Cuando todo el pueblo lo vio caminar y alabar a Dios,
Hch 3:10 lo reconocieron como el mismo hombre que acostumbraba pedir limosna sentado junto a la puerta llamada Hermosa, y se llenaron de admiración y asombro por lo que le había ocurrido.
Pedro habla en el pórtico de Salomón
Hch 3:11
Pedro se dirige a los espectadores
Mientras el hombre seguía aferrado a Pedro y a Juan, toda la gente, que no salía de su asombro, corrió hacia ellos al lugar conocido como Pórtico de Salomón.
Hch 3:12 Al ver esto, Pedro les dijo: «Pueblo de Israel, ¿por qué les sorprende lo que ha pasado? ¿Por qué nos miran como si, por nuestro propio poder o virtud, hubiéramos hecho caminar a este hombre?
Hch 3:13 El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros antepasados, ha glorificado a su siervo Jesús. Ustedes lo entregaron y lo rechazaron ante Pilato, aunque éste había decidido soltarlo.
Hch 3:14 Rechazaron al Santo y Justo, y pidieron que se indultara a un asesino.
Hch 3:15 Mataron al autor de la vida, pero Dios lo levantó de entre los muertos, y de eso nosotros somos testigos.
Hch 3:16 Por la fe en el nombre de Jesús, él ha restablecido a este hombre a quien ustedes ven y conocen. Esta fe que viene por medio de Jesús lo ha sanado por completo, como les consta a ustedes.
Hch 3:17 »Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes y sus dirigentes actuaron así por ignorancia.
Hch 3:18 Pero de este modo Dios cumplió lo que de antemano había anunciado por medio de todos los profetas: que su Mesías tenía que padecer.
Hch 3:19 Por tanto, para que sean borrados sus pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, a fin de que vengan tiempos de descanso de parte del Señor,
Hch 3:20 enviándoles el Mesías que ya había sido preparado para ustedes, el cual es Jesús.
Hch 3:21 Es necesario que él permanezca en el cielo hasta que llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas, como Dios lo ha anunciado desde hace siglos por medio de sus santos profetas.
Hch 3:22 Moisés dijo: “El Señor su Dios hará surgir para ustedes, de entre sus propios hermanos, a un profeta como yo; presten atención a todo lo que les diga.
Hch 3:23 Porque quien no le haga caso será eliminado del pueblo.”[b]
Hch 3:24 »En efecto, a partir de Samuel todos los profetas han anunciado estos días.
Hch 3:25 Ustedes, pues, son herederos de los profetas y del pacto que Dios estableció con nuestros antepasados al decirle a Abraham: “Todos los pueblos del mundo serán bendecidos por medio de tu descendencia.”[c]
Hch 3:26 Cuando Dios resucitó a su siervo, lo envió primero a ustedes para darles la bendición de que cada uno se convierta de sus maldades.»
Hechos 4
Pedro y Juan ante el Consejo
Hch 4:1
Pedro y Juan ante el Consejo
Mientras Pedro y Juan le hablaban a la gente, se les presentaron los sacerdotes, el capitán de la guardia del templo y los saduceos.
Hch 4:2 Estaban muy disgustados porque los apóstoles enseñaban a la gente y proclamaban la resurrección, que se había hecho evidente en el caso de Jesús.
Hch 4:3 Prendieron a Pedro y a Juan y, como ya anochecía, los metieron en la cárcel hasta el día siguiente.
Hch 4:4 Pero muchos de los que oyeron el mensaje creyeron, y el número de éstos llegaba a unos cinco mil.
Hch 4:5 Al día siguiente se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los maestros de la ley.
Hch 4:6 Allí estaban el sumo sacerdote Anás, Caifás, Juan, Alejandro y los otros miembros de la familia del sumo sacerdote.
Hch 4:7 Hicieron que Pedro y Juan comparecieran ante ellos y comenzaron a interrogarlos: —¿Con qué poder, o en nombre de quién, hicieron ustedes esto?
Hch 4:8 Pedro, lleno del Espíritu Santo, les respondió: —Gobernantes del pueblo y ancianos:
Hch 4:9 Hoy se nos procesa por haber favorecido a un inválido, ¡y se nos pregunta cómo fue sanado!
Hch 4:10 Sepan, pues, todos ustedes y todo el pueblo de Israel que este hombre está aquí delante de ustedes, sano gracias al nombre de Jesucristo de Nazaret, crucificado por ustedes pero resucitado por Dios.
Hch 4:11 Jesucristo es “la piedra que desecharon ustedes los constructores, y que ha llegado a ser la piedra angular” .[a]
Hch 4:12 De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos.
Hch 4:13 Los gobernantes, al ver la osadía con que hablaban Pedro y Juan, y al darse cuenta de que eran gente sin estudios ni preparación, quedaron asombrados y reconocieron que habían estado con Jesús.
Hch 4:14 Además, como vieron que los acompañaba el hombre que había sido sanado, no tenían nada que alegar.
Hch 4:15 Así que les mandaron que se retiraran del Consejo, y se pusieron a deliberar entre sí:
Hch 4:16 «¿Qué vamos a hacer con estos sujetos? Es un hecho que por medio de ellos ha ocurrido un milagro evidente; todos los que viven en Jerusalén lo saben, y no podemos negarlo.
Hch 4:17 Pero para evitar que este asunto siga divulgándose entre la gente, vamos a amenazarlos para que no vuelvan a hablar de ese nombre a nadie.»
Hch 4:18 Los llamaron y les ordenaron terminantemente que dejaran de hablar y enseñar acerca del nombre de Jesús.
Hch 4:19 Pero Pedro y Juan replicaron: —¿Es justo delante de Dios obedecerlos a ustedes en vez de obedecerlo a él? ¡Júzguenlo ustedes mismos!
Hch 4:20 Nosotros no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído.
Hch 4:21 Después de nuevas amenazas, los dejaron irse. Por causa de la gente, no hallaban manera de castigarlos: todos alababan a Dios por lo que había sucedido,
Hch 4:22 pues el hombre que había sido milagrosamente sanado tenía más de cuarenta años.
Los creyentes oran para pedir valor
Hch 4:23
La oración de los creyentes
Al quedar libres, Pedro y Juan volvieron a los suyos y les relataron todo lo que les habían dicho los jefes de los sacerdotes y los ancianos.
Hch 4:24 Cuando lo oyeron, alzaron unánimes la voz en oración a Dios: «Soberano Señor, creador del cielo y de la tierra, del mar y de todo lo que hay en ellos,
Hch 4:25 tú, por medio del Espíritu Santo, dijiste en labios de nuestro padre David, tu siervo: »“¿Por qué se sublevan las naciones y en vano conspiran los pueblos?
Hch 4:26 Los reyes de la tierra se rebelan y los gobernantes se confabulan contra el Señor y contra su ungido.”[b]
Hch 4:27 En efecto, en esta ciudad se reunieron Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y con el pueblo[c] de Israel, contra tu santo siervo Jesús, a quien ungiste
Hch 4:28 para hacer lo que de antemano tu poder y tu voluntad habían determinado que sucediera.
Hch 4:29 Ahora, Señor, toma en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos el proclamar tu palabra sin temor alguno.
Hch 4:30 Por eso, extiende tu mano para sanar y hacer señales y prodigios mediante el nombre de tu santo siervo Jesús.»
Hch 4:31 Después de haber orado, tembló el lugar en que estaban reunidos; todos fueron llenos del Espíritu Santo, y proclamaban la palabra de Dios sin temor alguno.
Tenían todas las cosas en común
Hch 4:32
Los creyentes comparten sus bienes
Todos los creyentes eran de un solo sentir y pensar. Nadie consideraba suya ninguna de sus posesiones, sino que las compartían.
Hch 4:33 Los apóstoles, a su vez, con gran poder seguían dando testimonio de la resurrección del Señor Jesús. La gracia de Dios se derramaba abundantemente sobre todos ellos,
Hch 4:34 pues no había ningún necesitado en la comunidad. Quienes poseían casas o terrenos los vendían, llevaban el dinero de las ventas
Hch 4:35 y lo entregaban a los apóstoles para que se distribuyera a cada uno según su necesidad.
Hch 4:36 José, un levita natural de Chipre, a quien los apóstoles llamaban Bernabé (que significa: Consolador[d] ),
Hch 4:37 vendió un terreno que poseía, llevó el dinero y lo puso a disposición de los apóstoles.
Salmo 120
"Libra mi alma, oh Jehová"
Sal 120:1
Cántico de los peregrinos.
En mi angustia invoqué al SEÑOR, y él me respondió.
Sal 120:2 SEÑOR, líbrame de los labios mentirosos y de las lenguas embusteras.
Sal 120:3 ¡Ah, lengua embustera! ¿Qué se te habrá de dar? ¿Qué se te habrá de añadir?
Sal 120:4 ¡Puntiagudas flechas de guerrero, con ardientes brasas de retama!
Sal 120:5 ¡Ay de mí, que soy extranjero en Mésec, que he acampado entre las tiendas de Cedar!
Sal 120:6 ¡Ya es mucho el tiempo que he acampado entre los que aborrecen la paz!
Sal 120:7 Yo amo la paz, pero si hablo de paz, ellos hablan de guerra.